lunes, 19 de enero de 2009

Lunes 19 de enero de 2009

 

FIESTAS | Diferentes requisitos de horarios y emisión acústica

La Generalitat propone clasificar los casales falleros

Habrá casal 'gestor', 'no abierto a la pública concurrencia' y 'abierto al público'

Efe | Valencia -  El Mundo.es - lunes 19/01/2009 

La Generalitat ha propuesto a las juntas locales falleras regularizar la actividad de sus instalaciones mediante una tipificación que distingue entre casal "gestor", casal "no abierto a la pública concurrencia" y casal abierto al público, sometidos cada una de ellos a diferentes requisitos de horarios y emisión acústica.

Así lo ha anunciado el conseller de Gobernación, Serafín Castellano, tras reunirse con los representantes de las juntas falleras, quien ha precisado que esta tipología, en caso de aprobarse, se hará "extensible" a todas las fiestas de la Comunidad.

El objetivo de esta medida es "compatibilizar" el derecho al ocio con el derecho al descanso, ha explicado el conseller, que ha aclarado que será cada comisión la que decida en cuál de estas tres opciones quiere inscribirse, según sus necesidades y su nivel de actividad.

La primera de estas opciones es el denominado "casal gestor", dedicado únicamente a tareas de gestión y administración de la falla.

Su actividad sería "inocua", por lo que no estaría sujeta a requisitos de adaptación sonora o restricciones horarias, ha explicado Castellano.

El segundo tipo sería el casal "no abierto a la pública concurrencia", que contaría con licencia para realizar actividades de ocio dirigidas exclusivamente a sus miembros y que deberá adoptar el local para evitar la emisión de ruidos.

Por último, estará el casal "abierto a la pública concurrencia", que podrán programar actividades de ocio abiertas al público ajeno a la falla y que deberá atenerse a "todos los condicionamientos" de la ley autonómica de Establecimientos Públicos.

Cada tipología tendrá "una serie de requisitos a cumplir" establecidas por técnicos, aunque no han podido ser precisadas al tratarse de una propuesta de actuación

El conseller ha aclarado que esta tipología afectaría a la actividad ordinaria de los casales, no a la que se desarrolla en las carpas que se instalan en la vía pública durante las fiestas de las Fallas.

Según el conseller, esta tipificación ha tenido una "muy buena acogida" entre los representantes de las juntas falleras, si bien ha asegurado que está "abierta a todo tipo de sugerencias", incluso por parte de las asociaciones vecinales.

Por este motivo, ha creado una comisión de trabajo que comenzará a reunirse la próxima semana y que estará formada por representantes de la Generalitat, del Ayuntamiento, de las juntas locales y de las asociaciones de vecinos.

Castellano asegura que se trata de una iniciativa ideada para mantener el desarrollo de "actividades fundamentales para el patrimonio cultural y el autoestima" de los valencianos "sin causar molestias" y para poner fin al "todo vale".

Ruido en la noche madrileña

El ruido de la movida supera el máximo permitido

El estruendo se produce en las colas de los locales de ocio

PABLO LINDE - Madrid - El País -18/01/2009

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Medición de ruido en la zona de copas de Malasaña- CLAUDIO ÁLVAREZ

Mientras un grupo de holandesas gritan y ríen a más de 75 decibelios en la Corredera Alta de San Pablo (Malasaña) a las dos de la mañana, Pepe Verdes, que vive en esa calle atormentado por el ruido, se pregunta: "¿Cómo le dices a un borracho de 20 años que no puede hacer ruido?". Y él mismo se responde: "Es muy difícil, pero hay que hacerlo". Eso mismo piensa el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que quiere que los bares contraten mediadores para que convenzan a los jóvenes que entran y salen de los locales para que sean más silenciosos.

El jaleo de las holandesas está 20 decibelios por encima de los 55 nocturnos que permite la normativa europea. EL PAÍS ha medido durante una noche de marcha los ruidos que se originan en las calles con más movida. Con un sonómetro que no es profesional y no tiene la precisión de los que utilizan los ingenieros, pero que sí resulta muy orientativo, la primera conclusión es clara: una calle tiene que estar muy tranquila para no llegar a esos niveles y la inmensa mayoría de las vías que albergan locales de ocio nocturno en Huertas, Malasaña, Chueca o la Latina, no están casi nunca tan calmadas.

Para que el lector se haga una idea de los niveles de ruido, aquí van varias medidas: una calle sin mucho ajetreo ni tráfico por la noche, con gente pasando y hablando a un volumen relativamente bajo o una habitación con dos personas conversando, está a unos 55 decibelios -siempre tomados a pie de calle-; cuando pasa un coche, sube por encima de los 60; si el vehículo es algo más ruidoso, es fácil que alcance los 75; el metro, al llegar a una estación alcanza esos 75 y su maquinaria y los chirridos de los frenos están en ocasiones por encima de los 80; un silbato de un policía municipal alcanza los 90 y una sirena de bomberos puede superar los 100 decibelios. Un poco antes de esa medida, las personas con los oídos más sensibles alcanzan el umbral del dolor.

En las noches de Madrid el dolor de oídos no llega. Pero el ruido de la gente que va de un bar a otro iguala muy a menudo a los coches más estruendosos. Porque son unas 600.000 personas las que cada noche de fin de semana se mueven por la capital, calcula la Plataforma Empresarial por la Calidad del Ocio y el Turismo. Según su presidente, Javier Zamora, "eso se tiene que notar".

Y se nota. Volvemos a la Corredera Alta de San Pablo, en Malasaña, cuyas estrechas calles albergan las noches de los fines de semana a cientos de esas 600.000 personas y a muchas decenas de decibelios. Justo debajo de la casa de Pepe Verdes está el Penta, uno de los bares más míticos de la movida madrileña. Un cartel del propio local les pide a los jóvenes que se diviertan respetando a quienes viven en el barrio. La cola que hay formada para entrar en el bar sobre las 1.30 no es muy ruidosa. A unos metros, el sonómetro capta entre 60 y 65 decibelios. Pero igual que irrumpen las holandesas con 75, también llegan otros grupos de jóvenes que disparan los niveles de ruido. Una asiática pregona que vende cervezas a un volumen parecido, igual que un chaval que promociona un local que "¡abre hasta las seis de la mañana!". Todo esto hace que esa relativa quietud de 60 decibelios se rompa continuamente.

Después de 10 años viviendo en la calle, Pepe Verdes y su mujer están muy hartos: "Cuando vinimos sabíamos que habría ruido. Pero igual que la seguridad ha decrecido, el sonido de la calle no ha hecho más que aumentar". Desde que pusieron doble cristal, la situación ha mejorado mucho, aunque "no tiene nada que ver con las noches en el campo". Puerta con puerta, hay quien no está ta de acuerdo. A los pisos interiores no llega ni medio decibelio de la calle. "Esto está más silencioso que cuando vivía en Arturo Soria", dice Patricia Martín.

En opinión de Verdes "hay que ser drásticos". Gallardón quiere ir poco a poco: poner los mediadores que acallen a la multitud, advertir a los locales que sigan con jaleo alrededor y, en última instancia, expropiarles el negocio y ofrecerles una licencia de otro tipo. Javier Zamora puntualiza: "Tendrá que crear una partida municipal para pagar a los expropiados, porque eso cuesta dinero y, antes, hay que saber objetivamente que el ruido es causado directamente por el local que se quiere cerrar y no por otra cosa".

Porque el ruido no viene de dentro de los bares. La mayoría están perfectamente insonorizados y no dejan escapar sonido a la calle. El estruendo lo hace la gente cuando sale, en las colas, cuando se mueve, cuando le pega una patada a un contenedor. Los mediadores tratarán de convencer a todos de que se comporten. Un joven responde a la una de la madrugada qué piensa: "Es lógico que haya que compatibilizar el descanso con la diversión, supongo que tenemos que intentar hacer menos ruido". Dos horas más tarde, y con unas cuantas copas más en el cuerpo, otro grupo en la Latina da su opinión sobre la medida propuesta por el alcalde: "Uf, difícil lo veo. Porque mi churri va pedo y, con mi churri pedo, hay ruido". Tras la frase, risas y comentarios por encima de 70 decibelios. Un amigo apostilla: "Bueno, si la tía que viene a convencerme de que me calle está buena...". Más risas, más decibelios.

El portero de un bar de la zona explica que siempre tratan de que la gente no sea muy escandalosa y que la mayoría hace caso. "Pero claro, están en la calle y siempre hay un grupito que pasa de todo. Supongo que si se lo dijese la policía serían bastante más obedientes que ante unos mediadores", añade.

Allí, en la Latina, el ruido está muy concentrado y raramente baja de los 70 decibelios. Las placitas de la zona soportan un constante runrún con picos de ruidos muy altos. Virginia Rodríguez, una mujer de 83 años que lleva viviendo toda la vida en el barrio, se resigna. "A todo lo malo se acostumbra uno", dice a pesar de que su insomnio crece cada fin de semana.

Un vecino de Huertas no está dispuesto a resignarse: "Si dentro de los bares no pasa nada, lo malo es que cuando cierran les dan copas en vasos de plástico y se quedan en los portales bebiendo hasta las tantas. Eso es lo que hay que evitar". A partir de las tres de la mañana es fácil ver a chavales en esa situación en cualquiera de los barrios de marcha. Y otra vez con sus 70 o 75 decibelios a cuestas.

El problema, en opinión de Juanma Alonso, dueño del Penta, es precisamente que es obligatorio cerrar temprano: "Antes no pasaba nada de esto. No se formaban colas en los bares, porque la gente tenía margen para ir cuando quisiesen y no todos salían a las 3.00 en avalancha. Cada uno iba a su ritmo y ni se formaban aglomeraciones ni había tanto ruido porque no estaban obligados a concentrar la marcha en dos o tres horas. Además, mucho más jaleo forman al recoger la basura".

Y lleva razón. Los camiones son los reyes del ruido nocturno. Gallardón tendrá que buscar mediadores que convenza a estas máquinas y basureros de no llegar a los 85 decibelios más allá de las tres de la mañana.

Ruido en la noche madrileña

Barcelona, entre la mímica que pide silencio y las multas

La capital catalana tiene desde 2001 promotores ambientales para evitar ruidos

BLANCA CIA - Barcelona – El País - 18/01/2009

Promotores ambientales y actores a la puerta de los locales encarnando a mimos pidiendo silencio, por un lado, y sanciones y multas, por otro. Es la doble receta que se aplica en Barcelona en los últimos años ante el aumento de las quejas vecinales por los ruidos de los locales nocturnos. Los promotores -una cuarentena- se encargan de sensibilizar a los propietarios de los locales -terrazas, bares de copas y discotecas- y a los trabajadores para evitar el ruido, sobre todo al cierre de los locales.

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Una de los mimos contratados por el Ayuntamiento de Barcelona- CARMEN SECALLEDA

En Barcelona, el trabajo de los promotores y las campañas de sensibilización para respetar el descanso nocturno empezaron en el año 2001. Se repiten cada verano, los meses de junio, julio y agosto.

El resto del año no es que desaparezcan los problemas, pero bajan mucho de intensidad y el Consistorio no cree necesario destinar recursos extra de personal extra, más allá de los inspectores y policía municipal. Tanto los promotores como los mimos van a cargo del presupuesto municipal.

En la temporada del verano pasado, la campaña de los promotores y 16 mimos se extendió en 600 locales por toda la ciudad. Especialmente en el distrito de Ciutat Vella, que concentra gran parte de los locales más frecuentados por los turistas y los chiringuitos de las playas, y en el de Gràcia. Lo cierto es que la llegada de los mimos -de negro, con la cara maquillada y gesticulando- a los grupos que se forman en terrazas y puertas de los bares era saludada sonoramente por la gente. La introducción de estos actores se ha realizado en los dos últimos años.

Bastantes empresarios del sector han acabado tomando conciencia de la conciliación de su negocio con el descanso de los vecinos y son los primeros en pedir a los clientes que no armen lío. En parte, por la cuenta que les trae, ya que la otra cara de la moneda son los expedientes y sanciones que el Ayuntamiento impone a los locales.

"Se sanciona el ruido imputable al local. Por ejemplo, si abre las puertas o si no controla las salidas para evitar que los grupos se queden en las puertas haciendo ruido", apunta Assumpta Escarp, concejal de Seguridad del Consistorio barcelonés.

Los inspectores de los distritos y los agentes de la Guardia Urbana actúan a requerimiento de los vecinos que denuncian las quejas. Si los problemas se repiten, el distrito abre un expediente sancionador que puede acabar con multas de entre 300 y 6.000 euros o con el cierre temporal del local entre un mes y un año. "Excepcionalmente, hemos acabado revocando la licencia del local", concretó la regidora.

 

La revolución tecnológica contra el ruido: los limitadores-registradores


Escrito por Carta al Director de Juan Francisco Vega

El Faro Ceuta y Melilla - lunes, 19 de enero de 2009

Hoy en día los equipos audiovisuales, como reproductores de sonido, han sufrido una auténtica revolución tecnológica, logrando no solo una calidad exquisita, si no también, en su potencia de reproducción de emisión. Si nos damos una vuelta por nuestra ciudad podemos observar como en el sector hostelero, de ocio, de servicio, como, casi todos cuentan con un equipo audiovisual y algunos hasta con hilo musical, y he llegado hasta observar en el poblado marinero en mis salidas nocturnas que algunos tienen altavoces exteriores en sus terrazas, todo ello, sin ninguna medida preventiva para evitar molestias a los vecinos.

Si cualquiera navega por Internet buscando productos que combatan contra la contaminación acústica, se dará cuenta que existe una verdadera revolución tecnológica en el mercado para luchar contra este enemigo invisible a la vista, pero que sin ninguna duda, perjudica seriamente a la salud con sus efectos, reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).


Entre los elementos para combatir esta lacra se encuentran los limitadores-registradores, que sirven para controlar el ruido de discotecas, Púb, parques temáticos, ferias, gimnasios, polideportivos, autoescuelas, etc…, se trata de un instrumento que controla los niveles de emisión y de recepción musical que pueden ser manipulados por los usuarios responsables de las actividades y que permite asegurar de forma permanente, que bajo ninguna circunstancia las emisiones superen los limites establecidos en la Ley, Reglamentos y Normativa Local en las viviendas o actividades comerciales  colindantes. Para tal fin el limitador deberá actuar en la totalidad de la cadena del equipo y ningún elemento con ampliación debe quedar fuera del limitador.


Son muchos los que creen que para conocer los niveles de emisión y de recepción de un equipo reproductor musical de un local hay que ir con el sonómetro en mano y hacer mediciones in situ, cosa que manifiesta total desconocimiento en esta materia, ya que dicha información la facilita el propio limitador-registrador.


El uso de los limitadores en nuestra ciudad está regulado en el Reglamento para la Clasificación de los Establecimientos Turísticos y para la Regulación de sus Horarios de Apertura y Cierre, en el que los Púb, Bares Musicales, Discotecas y Salas de Baile tienen que tener instalado un limitador homologado, hasta aquí todo perfecto, pero en realidad no sirve para nada esta medida preventiva en Ceuta, por las siguientes razones:


  • En primer lugar, antes de instalar un limitador hay que hacer un estudio acústico del local donde se quiere instalar, estudio que realiza empresas privadas abonadas por el solicitante, pudiendo estar viciada a favor de quien paga, cuando en el resto de España, estos estudios lo realiza el propio Ayuntamiento, mediante su concejalía de medio ambiente, en la cual tiene adscrito un grupo de policías locales que realizan estos estudios y se les dice al solicitante los decibelios máximos a los que pueden emitir, y es cuando actúa la empresa privada e instala el limitador y certifica de que con ese limitador no se  sobrepasa los límites establecidos por la concejalía de medio ambiente en su estudio.

  • En segundo lugar, como ya adelanté anteriormente, para hacer inspecciones de estos equipos, ya sea por propia iniciativa del ayuntamiento o por denuncias por molestias por ruido de vecinos, no se necesita ir con sonómetro en mano, ya que el mismo limitador-registrador facilita la información de emisión y de actuación del mismo. El problema que tenemos en esta ciudad es que aunque es obligatorio tener un limitador homologado, no se exige que tipo de características debe de tener, por lo cual, el instalador le va a proporcionar un limitador que nadie será capaz de fiscalizar, por sus características técnicas y por carecer de su software, lo único es que estará homologado por la Comunidad Europea.


No nos engañemos, los limitadores pueden ser manipulados, alterados y puenteados, circunstancias que no pueden ser detectadas a través de un sonómetro y a veces ni a simple vista, pero para eso existen en el mercado y que están siendo obligados a ser instalados en los locales por los ayuntamientos unos limitadores-registradores, con unas características técnicas específicas, que deben de disponer de las siguientes funciones:


  • Sistema de calibración interno que permita detectar posibles manipulaciones del equipo de emisión sonora.

  • Registro sonográfico o de almacenamiento de los niveles sonoros habidos en el local emisor, para cada una de las sesiones, con periodos de almacenamiento de al menos un mes.

  • Sistema de precintado que impida posibles manipulaciones posteriores, y si éstas fuesen realizadas, queden almacenadas en una memoria interna del equipo.

  • Almacenamiento de  los registros sonográficos, así como de las calibraciones periódicas y del sistema de precintado, a través de soporte físico estable, de tal forma que no se vea afectado por fallo de tensión, por lo que deberá estar dotado de los necesarios elementos de seguridad, como baterías, acumuladores, etc.

  • Sistema de inspección que permita a los servicios técnicos municipales una adquisición de los datos almacenados a fin de que éstos puedan ser trasladados a los servicios de inspección para su análisis y evaluación, permitiendo así mismo la impresión de los mismos. En este punto, lo que hacen los ayuntamientos es requerirles una copia del software del limitador-registrador en cuestión y en caso de no facilitarlo, no les conceden la apertura.

  • Además debe de estar homologado y deberán contar con el certificado de acreditación correspondiente  en donde se indique el tipo de producto, marca comercial, modelo, fabricante, peticionario, norma de referencia base para su homologación y resultado de la misma.


Una novedad importante es que cuentan con un sistema de transmisión  telemática, ya que pueden ser conectados a un módem, por lo que permite la obtención de datos a través de la red en tiempo real, facilitando la inspección y los hay que permiten cortar la música automáticamente, por lo que se debería exigir un limitador registrador de este tipo en Ceuta para así garantizar el bienestar, la salud y la calidad de vida de todos los vecinos.

Nueva denuncia ante la Fiscalía contra Manises por el ruido de los aviones

I. R. T. | ABC – VALENCIA - Domingo, 18-01-09

El Ayuntamiento de San Antonio de Benagéber también ha presentado una denuncia en la Fiscalía de Medio Ambiente contra el aeropuerto de Manises por el ruido que emiten los aviones cuando sobrevuelan dicho término municipal.

San Antonio de Benagéber secunda así la iniciativa de un grupo de vecinos de dicha localidad del Camp del Turia que el pasado mes de noviembre recurrió al Ministerio Público ante la sospecha de que los aparatos se salían de las rutas de vuelo marcadas por Aviación Civil para acortar trayectos y con ello, ahorrar combustible. Como consecuencia, dicen, los aviones sobrevuelan núcleos de población con una proximidad muy superior a la permitida, con las consiguientes molestias por los niveles intensos de ruido así como por los riesgos derivados de un eventual accidente y de los vertidos de combustible sobre la población.Tras la denuncia de este colectivo vecinal, fue el Ayuntamiento de La Eliana el que denunció también al Minsiterio de Fomento, responsable último del aeropuerto.

La Fiscalía ya ha requerido al aeropuerto y al Ministerio de Fomento información sobre las rutas de vuelo que han de seguir los aparatos. Es la primera diligencia para comprobar si existe un delito contra el medio ambiente.

Un año sin respuestas

Ahora es el Ayuntamiento de San Antonio de Benagéber el que busca el amparo de la Fiscalía después de sus reiterados intentos de buscar una solución negociada con AENA y con la Delegación de Gobierno de quienes, aseguran, han obtenido «la callada por respuesta». «Nos sentimos ninguneados», se queja el edil de Urbanismo de San Antonio de Benagéber, Felipe del Baño.

En el escrito dirigido a la Fiscalía de Valencia, que previsiblemente se incorporará a las diligencias de investigación ya abiertas, el Consistorio admite que «carece de los medios necesarios para conocer si se está vulnerando la legalidad». Insiste en su voluntad de haber resuelto el contencioso por la vía administrativa y explica que el recurso al Ministerio Público ha sido obligado ante el silencio de los organismos competentes de los que el Ayuntamiento asegura llevar un año esperando respuesta.

COLABORACION.

El ruido amenazante

Diario de Córdoba - 18/01/2009 RAFAEL

Los físicos consideran el sonido como un fenómeno que involucra la propagación de ondas audibles o casi audibles a través de un medio fluido o sólido que esté generando movimiento vibratorio de un cuerpo. Es necesaria una fuente de vibración mecánica y también un medio elástico a través del cual se propague la perturbación. En cierta forma se transporta energía, sin transporte de materia, en forma de ondas mecánicas que se propagan a través de materia gaseosa, liquida o sólida. Los sonidos pueden caracterizarse por una serie de magnitudes físicas, particulares para cada tipo, pero, generalmente, un sonido suele ser una combinación de ondas sonoras con parámetros distintos. Su caracterización puede realizarse mediante el análisis de la energía transmitida, así como la distribución de dicha energía entre las diversas ondas componentes.

El oído de las personas convierte las ondas sonoras, que no son más que oscilaciones de la presión del aire, en ondas mecánicas que pueden ser percibidas y transformadas en sensaciones por el cerebro. Esta capacidad hace que el ser humano pueda relacionarse con el medio que le rodea y con sus congéneres a través del habla, que permite el intercambio de información junto con la escritura, facultades que ha permitido el alto grado de evolución alcanzado por el hombre. Cuando el sonido se transforma en no deseado por el receptor se habla de ruido, de tal forma que la más apreciada melodía musical puede transformarse en ruido por otra persona que en ese momento no desee escucharla.

En el campo del medio ambiente, la expresión de ruido se asocia a un sonido de alta intensidad que puede ser perjudicial para la convivencia de las personas o la salud humana. Se habla de contaminación acústica cuando el ruido es provocado por distintas actividades humanas, entre las que destacan: el tráfico rodado, distintos tipos de obras, los locales de ocio, las grandes aglomeraciones de personas y distintos tipos de industrias o actividades comerciales, que durante su funcionamiento sobrepasan determinados niveles de intensidad o potencia. El sonido de alta intensidad puede producir diversos efectos sobre la salud, desde pérdidas parciales o totales de la audición consideradas como enfermedades fisiológicas; hasta situaciones de estrés, depresiones, ausencia de rendimiento, agresividad y alteraciones del sueño consideradas todas ellas como enfermedades psíquicas.

La legislación relacionada con el control de la contaminación acústica pretende prever las situaciones que afectan a la salud de las personas no permitiendo que ésta sobrepase determinados niveles de intensidad. A pesar de ello, más de 230 millones de personas de la Unión Europea se encuentran expuestas a niveles diarios superiores a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Diversos estudios realizados en Andalucía en los últimos quince años demuestran que en las poblaciones de más de cincuenta mil habitantes, más de la mitad de las personas soportan diariamente niveles superiores a los recomendados y sólo el dos por ciento viven en lugares de niveles bajos. Con el transcurso de los años, la variación de la contaminación acústica es irrelevante; durante el día se ha incrementado notablemente; en las zonas de ocio, tanto de día como de noche, ha aumentado significativamente, al igual que en las zonas comerciales, los entornos escolares y hospitalarios. Considerando el ruido ambiental para las veinticuatro horas y el que se produce durante de día, Córdoba se encuentra en el tercer lugar de las ciudades más ruidosas de nuestra comunidad autónoma.

El origen de este ruido urbano está relacionado fundamentalmente con el tráfico (80%) y las actividades comerciales y de ocio (9%).

En las ciudades más pequeñas existe una gran similitud, aunque suelen ser menos ruidosas, siendo más acusadas las diferencias durante la noche. De todos los estudios realizados puede afirmarse que existe una clara percepción del nivel de ruido que soportan los ciudadanos, que las zonas con bajos niveles son mejor seleccionadas para vivir y, cuanto mayor es, más molesta se encuentra la población, sobre todo con el tráfico y especialmente con las motos.

La competencia para controlar el cumplimiento de los niveles permitidos de contaminación acústica corresponde a los ayuntamientos y subsidiariamente en caso de inactividad a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

De los estudios realizados se desprende que la mayoría de ellos no comprueba la idoneidad de las medidas correctoras y el aislamiento acústico de los locales, y el tráfico suele ser una asignatura permanentemente pendiente, y cuando se actúa en la mayoría de los casos es debido a denuncias efectuadas por personas afectadas.

Si los cordobeses consideran al ruido como uno de los principales problemas ambientales de Andalucía, según el último ecobarómetro, es señal de que aún queda un largo camino por recorrer para hacer las ciudades más sostenibles y los ayuntamientos tienen que ponerse mano a la obra.

GRANADA

Clausurada una escuela de flamenco tras ser condenada por el ruido del taconeo

Una vecina gana en el juzgado su lucha contra el Carmen de las Cuevas y el Ayuntamiento ordena el cese de la actividad

El Ideal – 19-01-09 / ROCÍO MENDOZA | GRANADA

Clausurada una escuela de flamenco tras ser condenada por el ruido del taconeo

Un grupo de mujeres asiste a una clase de baile flamenco en el Carmen de las Cuevas, que ahora será clausurado. /EFE

rociomendoza@ideal.es

El juez condena la pasividad municipal, que controló los niveles de ruidos

Escuchar un buen taconeo flamenco es una delicia para los sentidos. Pero cuando el compás de las bulerías y los tangos se cuelan en la casa propia a cualquier hora del día, para romper la tranquilidad de la privacidad, ya no gusta tanto. Es más, es insoportable.

Una vecina de la Cuesta de los Chinos, en el barrio del Albaicín, lo sabe bien. Durante casi ocho años dice haber vivido un «auténtico calvario» debido a los ruidos emitidos por la conocida escuela de flamenco Carmen de las Cuevas, que colinda con su vivienda.

Desde el año 2003, ha mantenido una encarnizada lucha contra la academia, incluida en una zona catalogada como 'residencial'. Ha puesto innumerables denuncias ante el Ayuntamiento. Algo que, en lo personal, le ha costado sufrir el desprecio constante de los vecinos de la zona.

Ahora, ha ganado su batalla en los tribunales. El juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Granada ha ordenado al Ayuntamiento que clausure el local por unos ruidos que atentan contra los derechos de la inquilina de la casa vecina. Y ya ha dictado la orden.

Esta última, firmada por el área de Medio Ambiente a finales de diciembre, no es la primera que existe en contra del local. En la primavera de 2003, el Consistorio ordenó el cierre tras constatar que, lo que fue abierto como una academia de idiomas, pasó a ser una academia de baile flamenco sin tener licencia específica para ello.

En poco tiempo, se le concedió la reapertura tras la realización de una serie de reformas para acondicionar la vivienda como academia, además de lugar de reuniones y espectáculos apto para 350 personas. Eso sí, la condición impuesta fue que las clases de baile se llevaran a cabo en una única aula insonorizada. Junto a ella, se exigió que poder llevar a cabo otras actividades ruidosas (guitarra, equipos de música, etc.) era necesario un nuevo permiso.

Apertura sin control

«Todas estas condiciones fueron incumpliéndose de modo sucesivo, y ello, con la hiriente aquiescencia del Ayuntamiento», apunta el letrado que ha defendido los intereses de la afectada, Antonio José García Cabrera.

La vecina seguía sufriendo la invasión de ruidos en su casa, una situación que soportó durante dos años más. En 2006, volvió a ordenarse la clausura, al constatar los técnicos municipales las irregularidades. Pero se permitió de nuevo la apertura transcurridos dos meses. Se basó en un informe técnico en el que se hacía constar que «la academia de baile, los componentes de reproducción de audio y las aulas estaban sin funcionar».

Pero la realidad era que «se bailaba en un aula sin acondicionar, camuflada bajo el letrero de almacén, con equipos de música no legalizados, con la consiguiente emisión de ruidos de cante y baile a altas horas de la madrugada», según pudo constatar la Policía Local en una visita posterior.

Esta reapertura fue recurrida en los tribunales por la vecina afectada por los ruidos, a quien el juez da la razón ahora para, a la vez, dar un buen tirón de orejas al Ayuntamiento por su pasividad.

El fallo deja sin efecto el permiso de reapertura de la academia de baile ante «la falta de las oportunas comprobaciones» sobre si la legalidad había sido respetada. «El Ayuntamiento se limitó a declarar la restauración de la actividad, sin comprobar el cese de las causas -el ruido- que habían provocado la paralización y sin efectuar los controles necesarios en materia medioambiental».

La sentencia es extraordinaria en este caso porque recuerda que la Administración debe velar por la salud pública y, además, proteger de manera real y efectiva a los ciudadanos. Viene a condenar, así, los comportamientos omisivos.

El hogar: un derecho

La sentencia del caso recuerda el carácter de derecho fundamental de la «inviolabilidad del domicilio». Éste, dice el fallo, debe «identificarse como el espacio en el que el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los usos y convenciones sociales y donde ejerce su libertad más íntima». Esto es entendido como un derecho fundamental, «no teórico o ilusorio, sino real y efectivo», por lo que es imprescindible protegerlo. En nuestra sociedad, dice el juez, el ruido, «aún cuando no ponga en peligro la salud de las personas, puede atentar con el derecho al respeto de su vida privada, privándola del disfrute de su domicilio».

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