martes, 15 de septiembre de 2009

Martes 15 de septiembre de 2009

 

El Ayuntamiento de Granada, condenado por su pasividad ante los ruidos de un pub

El juez le obliga a indemnizar a una familia que sufrió durante años las molestias de un bar en la zona de Alhamar

La OpinionGranada – 14-09-09

M.Á.R. El juzgado de lo Contencioso Administrativo 2 de Granada ha condenado al Ayuntamiento de la capital por su pasividad frente a los ruidos procedentes de un pub situado en la zona de Alhamar que una familia lleva sufriendo durante años. Los demandantes reclaman la responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento “por su inactividad y actividad tardía e ineficaz en sus deberes de control de la actividad”, es decir, por no haber actuado a pesar de las continuas denuncias interpuestas desde hace casi una década.


La juez condena también a la capital a indemnizar con 455.708 euros a los demandantes (113.927 euros por cada uno de los cuatro miembros de la familia, compuesta por los progenitores y sus dos hijas menores de edad), en concepto de daños morales. Según la sentencia, a la que ha tenido acceso este diario, el pub Capitán Morgan, ubicado en la calle Martín Bohórquez, “ha causado daños morales como consecuencias de los ruidos, olores y humos” desde abril de 1998.


“Ante la falta de respuesta del Ayuntamiento”, los demandantes recurrieron al jefe del Servicio de Protección Medioambiental de la Junta de Andalucía, que en enero de 2005 realizó una inspección acústica en el local de ocio que determinó que el ruido superaba el límite legal. La Delegación de Medio Ambiente remitió el expediente al Consistorio para que éste iniciara un trámite sancionador contra el citado pub. “A pesar de ello (...), se desprende que el Ayuntamiento no atendió nunca a ninguna petición de medición del nivel de inmisión ni comprobación de los hechos desde 1997 a 2005”, reza la sentencia.


La magistrada advierte de que la propia institución municipal reconoce que el pub Capitán Morgan –también llamado Pata de Palo– “inicio su actividad sin licencia y así estuvo cuatro años ante la pasividad del Ayuntamiento y a pesar de las repetidas denuncias de la familia recurrente”. En esta situación estuvo durante cuatro años, hasta que obtuvo el permiso municipal en octubre de 2001, “sin que conste inspección de la Policía Local ni actividad alguna de control y vigilancia”. La sentencia admite que el área de Medio Ambiente de la institución municipal inició un expediente sancionador (que impuso una multa de 6.010 euros al pub) en 2002, pero entiende que sólo fue a consecuencia de los requerimientos de la Junta de Andalucía.


Sí actuó. El Ayuntamiento, por su parte, ha anunciado que recurrirá la sentencia y aportará en el juzgado una lista de todos los procedimientos administrativos abiertos contra el Capitán Morgan en los últimos años, como prueba de que no ha existido pasividad por parte de los técnicos municipales. En un documento firmado por la concejal de Medio Ambiente, María Dolores de la Torre, el Consistorio asegura que las denuncias presentadas por la familia demandante “han dado lugar a un ingente volumen de trabajo, tanto del personal técnico como administrativo”. Además, explica que la institución local “ha actuado con la mayor diligencia posible, dados los recursos personales y materiales con los que cuenta”.

El botellón convierte las romerías y fiestas en auténticos estercoleros

Las verbenas ya no son un lugar de reunión y baile, sino el punto de encuentro de cientos de jóvenes que acuden cargados con bolsas llenas de botellas de alcohol

Autor: M. V. - La Voz de Galicia : 14/9/2009

Los voluntarios de Protección Civil de Muxía han hecho de todo durante las fiestas da Virxe da Barca. Han atendido decenas de comas etílicos, han dirigido el tráfico e incluso han ejercido como guias turísticos. Por si fuera poco, también han tenido que emplearse a fondo para retirar varias toneladas de basura. Sobre todo botellas y vasos de plástico, la prueba palpable de que la romería más famosa de Galicia se ha convertido, además, en uno de los botellones más multitudinarios de la comunidad.

No es un caso único, porque lo cierto es que las verbenas ya no son lo que eran. Ahora lo habitual es ver a cientos de jóvenes acudir a los bailes cargados con bolsas de supermercado en las que no hay precisamente comida, sino litros y litros de bebidas, la nueva gasolina para aguantar varias horas delante de la orquesta. No bailan, pero beben hasta bien entrada la mañana.  El resultado, que ha podido comprobarse durante todo el verano en romerías como la de Caión o la Festa da Carballeira de Zas, son campos llenos de basura y, a veces, de rebote, daños materiales en el mobiliario urbano.

15/9/2009 Edición Impresa LA ENTREVISTA CON EL OTORRINO

Jordi Coromina: «El silencio es el mejor amigo del oído»

La edad de sus nuevos pacientes va descendiendo a medida que la industria perfecciona los aparatos de audición de música, en especial, los auriculares y la potencia del sonido.

El Periódico 15-09-09

Jordi Coromina. Foto: MARTA JORDI Jordi Coromina. Foto: MARTA JORDI

ÀNGELS GALLARDO

–¿Nos estamos quedando sordos?
–La población, de todas las edades, está perdiendo capacidad auditiva, sin duda. Es un problema intrínseco a la civilización occidental, que se ha agravado muchísimo con los aparatos de audición por el sistema MP3. El tráfico de una gran ciudad, como Barcelona, ya alcanza los 80 decibelios (db), cuando el límite fisiológico tolerable son 60 db. A partir de ese umbral, el nervio auditivo se lesiona. Sufre un trauma acústico, una especie de envejecimiento.


–¿Qué ocurre con el sistema MP3?
–El objetivo de los aparatos que reproducen música por MP3 es conseguir que el sonido llegue al oído, y al cerebro, de forma directa y sin interferencias. Que la recepción sea inmejorable. Sus auriculares se introducen en la oreja y la música se escucha desde dentro del oído, lo que resulta mucho más agresivo que cuando se oía a través de los mecanismos externos envueltos de espuma.


–¿Qué volumen alcanzan?
–Hasta 150 db. Muy alto. Muchísimo. Aunque algunos aparatos llevan autolimitadores de volumen –que se activan a voluntad del usuario–, los jóvenes suelen escuchar su música a intensidades altísimas, de más de 90 db. Muchos la oyen a 100 o 120 db, y a todas horas: en casa o en la calle, lo que empeora las cosas, porque en ambientes ruidosos necesitan aumentar más el volumen.


–Los aparatos llevan autolimitadores de volumen, pero mantienen su potencia de origen.
–Claro. La casa Apple recibió hace unos años denuncias médicas de pacientes de Estados Unidos que habían perdido audición, e introdujo el autolimitador. La UE emitió una normativa que aconseja a la industria no fabricar aparatos de sonido MP3 con más de 100 db de potencia. Es la teoría.


–¿Qué consecuencias tiene esto?
–Estamos visitando a personas de 40 años con presbiacucia, el oído cansado, una pérdida de audición fisiológica que normalmente se inicia pasados los 55 años. Y cada vez hay más personas jóvenes con audífonos.


–¿Sus alertas tienen repercusión?
–En absoluto. Los médicos tenemos muy poca capacidad de influencia. Esta situación va a peor y, además, es imparable. Cada vez hay más gente que escucha música por esos aparatos, y ahora se han extendido a las personas de 50 y 60 años, que también los oyen a todas horas, aunque a menor volumen.


–¿Cómo afecta el ruido al oído?
–Acelera el envejecimiento y la muerte de las células que recogen el sonido ambiental. Esas células, los cilios, son millones de cabellos diminutos que se alojan en la cóclea, que es nuestro aparato de audición. El ruido las agrede y las estropea con mucha facilidad. Las células que más se lesionan son las que recogen el sonido agudo. De ahí que cada vez haya más personas que oyen, pero no entienden lo que se les dice: es porque solo captan los sonidos graves.


–¿Escuchar programas informativos por radio con los auriculares dentro del oído es también arriesgado?
–No tanto. Los factores que más lesionan el oído son la intensidad del volumen, el tiempo de audición y la irregularidad del sonido. La radio hablada es bastante regular. Hay una regla universal que dice que no hay que escuchar música más de 60 minutos seguidos a más del 60% de la capacidad del MP3. En especial, si es música irregular, como el rock. La clásica lesiona mucho menos.


–¿Esas lesiones son irreversibles?
–Sí, excepto si se han producido de forma puntual, durante un concierto en directo de música rock, por ejemplo. Hace poco, asistí a las dos actuaciones de U2 en Barcelona –acudí como otorrino, porque el cantante Bono sufrió un problema respiratorio– y al acabar propuse hacer audiometrías (nivel de capacidad auditiva) a 10 personas del público.


–¿Y qué detectó?
–A la salida del concierto, todos habían perdido entre un 9% y un 15% de capacidad auditiva. A las 24 horas, su audición se había normalizado. Eso es lo que ocurre habitualmente en quienes acuden a conciertos que, como el de U2, alcanzan los 150 db de sonido. Son lesiones reversibles, excepto para quienes inician ahí un acúfeno, un pitido interno y continuo. Ese no se va nunca más.


–¿Los jóvenes sufren acúfenos?
–Cada vez más, y la mayoría surgieron al escuchar música a volumen excesivo. En los adultos son de causa desconocida. El acúfeno es la enfermedad auditiva más molesta que existe. Si intentas imaginártelo, lo entiendes perfectamente: significa tener día y noche, aquí metido en la cabeza, un ruido agudo o grave –booooo, o piiiii– que va contigo día y noche. Siempre. Causa depresiones.


–¿Cuál es la población del mundo que oye mejor?
–Los nativos de la selva, los agricultores que trabajan solos y los monjes que viven en silencio. El silencio es el mejor amigo del oído. Cualquier nativo zulú, o del Amazonas, de 75 años, tiene mejor capacidad auditiva que un occidental de 40.

Ribadesella, un ejemplo contra el «botellón»

Una intensa vigilancia policial ha permitido desterrar las concentraciones juveniles de la villa, donde se aplica una ordenanza pionera para regular el ocio callejero

Ribadesella, un ejemplo contra el «botellón» lópez de arenosa

LaNuevaEspaña – 13-09-09  -  Ribadesella, Bárbara MORÁN
La unión hace la fuerza. Ribadesella es un claro ejemplo de ello, ya que gracias a esta receta ha logrado solucionar el problema del «botellón», que ha vuelto al centro de la polémica en los últimos días debido a los incidentes registrados en la localidad madrileña de Pozuelo.


Son muchos los sitios en los que las concentraciones callejeras de jóvenes para beber alcohol generan quebraderos de cabeza a las autoridades. Y pocos en los que se ha logrado frenarlas. Al menos, de momento, Ribadesella parece ser un concejo modelo en plantar cara al «botellón» y ponerle cerco con una ordenanza municipal pionera. La receta: una intensa vigilancia policial las 24 horas. Han sido ocho los expedientes abiertos este verano por infringir alguno de los artículos de la ordenanza.


«Hubo alguna discrepancia en la negociación», recuerda el alcalde de Ribadesella, Ramón Canal. «El PP pretendía habilitar, como se ha hecho en otras comunidades, un lugar para "botellones", pero fue entendida mi postura totalmente en contra y llegamos a un acuerdo», destaca el socialista. Y así fue. Los tres partidos municipales (PSOE e IU, en el gobierno, y el PP) dejaron atrás sus diferencias y se unieron para aprobar el 29 de abril una ordenanza contra el «botellón». Su objetivo concreto: poner fin al que se celebraba habitualmente en el parque infantil de La Atalaya.


La presión de los vecinos afectados fue fundamental para que los políticos decidieran tomar cartas en el asunto y tomasen medidas contra los «botellones» y los problemas que llevan unidos: ruido, destrozos de mobiliario urbano, basuras.... Las denuncias de los más de 600 residentes de La Atalaya, que reivindicaban una solución efectiva a un problema que llevaban sufriendo desde casi una década, dieron como fruto la citada ordenanza y la llegada del primer verano, el presente, en muchos años, en el que el ocio y el descanso fueron posibles en el céntrico rincón riosellano.


El reglamento entró en vigor el pasado día 24 de julio. Desde entonces -exceptuando los días de la fiesta de las Piraguas, a la que no afecta, como a otras festividades locales, la ordenanza- en el parque de La Atalaya reinó la tranquilidad. Para lograrlo, el Ayuntamiento contó con el apoyo de la Delegación del Gobierno a través de la Guardia Civil, y decidió movilizar a la Policía Local las 24 horas para garantizar el cumplimiento de la normativa.


Los vecinos afectados por el «botellón» reconocen que la ordenanza ha surtido efecto y muestran su plena satisfacción por los resultados: «Por fin en muchos años logramos dormir por la noche. Estamos muy agradecidos y satisfechos, han sido años de desesperación y ahora se han tomado medidas que han sido eficaces», destaca Manuel Otero, portavoz de los vecinos de La Atalaya.


Los políticos no ocultan su orgullo por los resultados obtenidos. «Satisfacción absoluta. Creo que los buenos resultados se deben a la labor informativa de nuestros agentes de Policía y al entendimiento de todos los implicados: jóvenes, vecinos y dueños de locales de copas», manifiesta el Alcalde, al tiempo que recuerda que la ordenanza se creó a raíz del problema de convivencia en La Atalaya, pero que su espíritu «no es otro que abogar por la convivencia de todos los colectivos, basada en los derechos y su respeto, ya que no hay una normativa autonómica que regule este aspecto». El reglamento, cuyo nombre oficial es «ordenanza reguladora de la convivencia y el ocio en espacios públicos de Ribadesella», se fundamenta en la protección de la salubridad y la salud pública, el respeto al medio ambiente y el derecho a la intimidad, descanso y tranquilidad de los vecinos. Se reconoce asimismo el derecho de los ciudadanos a hacer uso de los espacios públicos. Incluye tres tipos de infracciones: muy graves, graves y leves. Las multas van desde los 50 euros, una leve, hasta 1.500, las más graves. Desde su entrada en vigor, la Guardia Civil intervino sólo una vez y solicitó la documentación a varios jóvenes que desafiaron la normativa e hicieron «botellón» en el parque. Después, durante el resto del verano ha reinado la calma y está comprobado, de momento, que el polémico botellón forma parte de la historia en La Atalaya.

«Por fin en muchos años logramos dormir, estamos muy agradecidos»
<Manuel Otero > Portavoz de los vecinos


«El buen resultado se debe al entendimiento de todos los implicados»
<Ramón Canal > Alcalde de Ribadesella

ESPAÑA

Pozuelo como síntoma

Los disturbios del pasado fin de semana en la opulenta localidad madrileña reabren el debate sobre el 'botellón', el ocio y la educación de los jóvenes españoles

ElNorteCastilla - 13.09.09 - A. PRÁDANOS | COLPISA. MADRID

Pozuelo como síntoma

Dos agentes, con los jóvenes / J. R. LADRA

Carteles de la Policía / J. R. LADRA

Restos de bebidas. / J. R. LADRA

Cuando cae el sol los jóvenes salen a beber, no a hacer deporte; así son las cosas

Pozuelo de Alarcón no es Belfast, ni Rentería. No hay pintadas fratricidas, ni muros divisorios entre barrios. En Pozuelo, al oeste de Madrid capital, ondea la bandera española por doquier, huele a pino fragante y se recicla todo lo reciclable bajo el lema 'Pozuelo, naturalmente limpio'. El INE lo señala como el municipio con más renta per cápita de España y podría ser también el de mayor número de árboles por vecino, que es otra forma de prosperidad. Ni territorio comanche ni pasto de 'kale borroka'.

Pozuelo era el domingo pasado una localidad en fiestas, las de Nuestra Señora de la Consolación. Un recinto festivo partido en dos como las dos almas del pueblo: la pija, de nueva construcción, y el casco antiguo, casas bajas de aroma castellano tradicional.

La afluencia masiva de muchachada al primer jolgorio popular después de las vacaciones, cierta imprevisión de las autoridades municipales y policiales y, claro, alcohol a manta aliñado con otras sustancias fueron los ingredientes justos para un macrobotellón que terminó malamente: veinte detenidos, de ellos siete menores de edad, diez agentes heridos y dos con fracturas traumáticas, cuantiosos daños materiales y el intento de asalto a una de las principales comisarías de la Policía Nacional de la Comunidad de Madrid.

Fueron cinco horas de revuelta nocturna. En las imágenes difundidas en Internet por algunos ellos como prueba de la hazaña, Pozuelo en fiestas daba miedo. Dos días después, las huellas físicas del episodio habían desaparecido. La brigada municipal de limpieza ha hecho su trabajo y dejado el recinto y calles adyacentes como una patena. «Ha costado, sí, hemos tenido que trabajar como descosidos», comenta Adolfo, un operario del servicio.

Preguntas y respuestas

Al alcalde, Gonzalo Aguado (PP), le deja tranquilo el que la mayoría de los detenidos «no sea del pueblo» en un alarde de altura política. Pero hay cuestiones más relevantes. Se le podía preguntar por qué no se cumplió la ordenanza municipal antibotellón. Se podría inquirir también qué hacían unos pocos efectivos de policía municipal, más 19 agentes nacionales, ante una muchedumbre -4.000 personas- previsible en la primera de las fiestas del poniente de la comunidad antes del comienzo de las clases universitarias.

Los atestados policiales no responden a esas cuestiones, pero aclaran otras. No, no había grupos radicales organizados, ni de izquierdas ni de derechas, entre los gamberros. Sí «elementos» concretos con antecedentes por broncas y altercados en otros puntos de Madrid; más pijos que macarras, pero desideologizados.

En su análisis, la Policía señala como principal responsable del desmadre a Johnnie Walker, al alcohol en cantidades industriales como detonante principal y aglutinante de la manada. En esas condiciones, basta con que cuatro individuos se pongan al frente para que aflore el cabestro que todos llevamos dentro. «Chicos que individualmente no lo harían, cuando se meten en una multitud acaban quemando un coche de policía», subraya el filósofo José Antonio Marina, experto en comportamientos y docencia juvenil.

Lo que tranquiliza en cierto modo a la policía abre paso a inquietudes más serias. Pozuelo de Alarcón, ¿es un hecho aislado o síntoma de un mar de fondo que puede romper en cualquier otro lugar? ¿Por qué beben los jóvenes de esa manera? ¿Por qué las normas antibotellón fracasan y sólo consiguen trasladar el problema?

Más allá de cuestiones regulatorias como prohibir el botellón también durante las fiestas o extremar la vigilancia policial en días sensibles, las cuestiones enunciadas siguen en el aire y sin respuestas claras. El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, veía en la batalla de Pozuelo una falta de alternativas de ocio no etílico para los adolescentes que es necesario paliar.

Opciones fallidas

Los expertos no coinciden. Los jóvenes nunca han tenido más posibilidades de entretenimiento a su alcance, individuales y colectivas, que ahora. Nuevas tecnologías, oferta cultural y deportiva, opciones solidarias, viajes, intercambios con sus pares de otros países... Muchos hacen uso de estas opciones y es injusto meterles a todos en el mismo saco, pero el botellón tira más.

Por toda España hay ayuntamientos que han hecho esfuerzos por abrir polideportivos o bibliotecas móviles en horario nocturno «y ha sido un fracaso», asegura Ignacio Calderón, director de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD), porque se ha partido de la premisa errónea de sustituir el botellón nocturno con otras actividades igual de tardías.

Cuando cae el sol los jóvenes salen para relacionarse y beber, no para hacer deporte. Así son las cosas. El que no bebe por gusto lo hace por no sentirse excluido de su círculo de amistades. El alcohol es «la droga más peligrosa, porque no estamos hablando de drogas que marginan, como antes la heroína u otras, sino de una sustancia que se integra de lleno en el circuito de la diversión», recalca Marina.

Una droga legal y la única que no retrocede entre los chicos y chicas hasta los 18 años. Las cogorzas de fin de semana son una institución. Según la última encuesta escolar bienal sobre consumo de drogas del Ministerio de Sanidad, los chavales se inician en el alcohol con 13 años, casi el 60% declaraba haber bebido en el último mes y de ellos la mitad se había emborrachado alguna vez, cinco puntos más que en el 2006. Uno de cada cuatro adolescentes españoles (23%) se embriaga cada fin de semana.

En Pozuelo, los mozos de la peña El Albero confían en que la vigilancia policial disuada de nuevos altercados. «Eso no va con nosotros», dice Alberto de Castro, veintipocos, vaso de aperitivo en ristre durante el rondón matinal. A escasos metros, un cartel municipal promociona el lugar con la foto idílica de una joven tumbada sobre una pradera y el lema «Vive Pozuelo». ¿O era 'Bebe Pozuelo'?.

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