lunes, 12 de febrero de 2007

Lunes 12 de febrero de 2007

Mediterráneo

Cartas al director
12/02/2007

Entre ruidos, tascas y bombonas de butano

Aunque es cierto que desde la sentencia del caso Vilanova no ha vuelto el Ayuntamiento de Castellón a agredirnos a los vecinos de Santa Clara con el montaje de ferias del chorizo, de los rumanos o de cualquier otro tipo, continuamos sufriendo diariamente ruidos y molestias incompatibles con una razonable calidad de vida.

Seguimos sufriendo todos los fines de semana, en la zona de Santa Clara adyacente a la zona de las tascas, una gran contaminación acústica y de todo tipo. Los jóvenes consumen alcohol en la vía pública a escasos metros de las dependencias policiales, con el consentimiento del Ayuntamiento. No hace falta resaltar que eso está prohibido por la ley.

Asimismo, las cafeterías de la plaza sacan más de 500 sillas al exterior. A las 6 de la mañana ya despiertan a los vecinos, ya que a esa hora sacan las mesas, sillas y sombrillas a la plaza. No hace falta insistir en el ruido metálico de tal maniobra. ¡Y a las 6 de la mañana!

Otro asunto que desconozco si es o no legal es la acumulación de multitud de bombonas de butano en esas minicafeterías (hay cafeterías con menos de 10 metros cuadrados de superficie que almacenan 10 bombonas de butano, unas al lado de las otras, se ven desde el exterior) que sacan a la plaza para alimentar a las estufas que colocan. Presupongo que ante un incendio, esa acumulación de bombonas de butano, volaría toda la plaza Santa Clara con nosotros dentro. Por sentido común, habrá una normativa que regule el uso y tenencia de bombonas de butano en lugares públicos.

* Pedro Gómez.

Levante

ESTUDIO
Fallas más ecológicas y sostenibles
La Diputación de Valencia y la Politécnica analizan los efectos de la fiesta en el medio ambiente
Levante-EMV, Valencia

La Diputación de Valencia, a través del área de Sostenibilidad, ha iniciado un estudio de los diferentes aspectos de la fiesta fallera que inciden en el medio ambiente, para intentar mejorarlos y lograr así unas Fallas «más ecológicas y sostenibles» .

El estudio analizará los materiales de construcción del monumento fallero, la ocupación de la vía pública, las actividades organizadas alrededor de la Falla, los ruidos y molestias al vecindario o la Cremà , entre otros aspectos, para compatibilizar las Fallas con su entorno físico y ambiental. El diputado de Sostenibilidad, Julio Chanzá, explicó que el estudio surge de las «inquietudes» planteadas desde la comisión de la falla Lepanto-Guillem de Castro de Valencia que plantearon a la institución provincial la posibilidad de realizar unas fiestas «más en sintonía con la actual sensibilidad ecológica» , además de las «inquietudes generadas por el cambio climático que nos afecta a todos» . La elaboración este estudio se realizará a través de un convenio con la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Se ha previsto realizar el estudio y la recogida de datos durante las próximas fallas y poder disponer de un documento definitivo para las fiestas de 2008, al que puedan acogerse las comisiones que quieran ser «más sostenibles» , según explicó el diputado de Sostenibilidad. Chanzá muestra su confianza en que esta investigación «sirva para realzar las Fallas y minimizar el posible impacto negativo a nuestro entorno natural» .
Certificación medioambiental

Mediante esta iniciativa, la Diputación quiere fomentar que «las comisiones falleras obtengan la certificación de la norma ISO-14001 que garantiza una fiesta fallera limpia y respetuosa con el medio» . La ISO 14001 es una norma internacional que se aplica a cualquier organización que desee implantar, mantener y mejorar un sistema de gestión medioambiental. Se aplica a los aspectos medioambientales que las comisiones de Fallas, puede controlar y sobre los que puede esperarse que tenga influencia.

El Norte de Castilla

CASTILLA Y LEÓN
Los bares de Burgos protestarán contra el Ayuntamiento durante el desfile de Carnaval
Critican que el consistorio les obligue a colocar limitadores de ruido en los locales
R. SANTAOLALLA/BURGOS

Los propietarios de bares de tarde y noche de la ciudad llevarán sus protestas contra el Ayuntamiento de Burgos a los actos del Carnaval, en los que dejarán patente su protesta por la obligación de colocar en sus locales un limitador de ruidos que conecta los establecimientos con la Policía. Representantes de los hosteleros comunicaron el pasado viernes a la concejala de Festejos, Marisol González, su propósito de participar, de forma reivindicativa, en la Cabalgata del sábado, aunque en los días anteriores ya habían informado sobre su intención a la clientela mediante carteles y folletos.

En la reunión que mantuvo con los hosteleros, la concejala de Festejos les explicó que tendrán que guardar un orden dentro del desfile, entre las 20 agrupaciones, asociaciones y entidades que van a participar. En este sentido, los dueños de los bares tendrán que comunicar el número de personas que acudirán para «ubicarles en un lugar adecuado» y no perjudicar al resto.

Marisol González argumentó que muchas personas se preparan «durante meses» para este desfile, un esfuerzo que podría quedar deslucido si las reivindicaciones de los hosteleros no se hacen dentro de un orden establecido. «Es un desfile y no una manifestación», apuntó. La organización de la cabalgata se ultimará a las siete de la tarde del próximo sábado en el Paseo del Espolón, poco antes de su comienzo.

Conciliación

Desde la oposición en el Ayuntamiento, el concejal socialista Antonio Fernández Santos aseguró que el equipo de gobierno «espera que un aparatito resuelva el problema» de la conciliación entre el ocio nocturno y el descanso de los vecinos en las zonas de marcha de la ciudad. El edil cree que la solución vendría a través de «actuaciones fijas e inflexibles» velando por el cumplimiento de las ordenanzas.

También indicó que «no habría estado mal» que el Ayuntamiento hubiera ofertado ayudas para ubicar de estos limitadores en los bares a los que se ha requerido su colocación.

El Ideal

GRANADA
El Ayuntamiento inicia otra ofensiva contra los ruidos a través de denuncias vecinales
La anterior campaña del 'Teléfono del ruido' generó inspecciones de locales en las que se sancionaron a 22 establecimientos y se clausuraron otros tres más
JUAN ENRIQUE GÓMEZ/GRANADA

Tener que oir gritos, palmadas, risas, música al máximo volumen posible, debajo de tu casa y cada fin de semana durante casi toda la noche, puede volver loco a cualquiera y, desde luego, colma la paciencia de casi todo el mundo. No se trata de padecer el jolgorio puntual de un carnaval, aunque sea de la magnitud del de Tenerife, o el desarrollo puntual de un festival de rock como el del Zaidín, o las trompetas y tambores de la Semana Santa, sino aguantar el ataque directo de los decibelios cada una de las noches de jueves, viernes y sábados. Ante este problema, los granadinos han hecho uso directo de la iniciativa municipal denominada 'Teléfono del ruido' para denunciar la pesadilla. Durante el tiempo que ha funcionado la campaña como tal, de octubre a diciembre de 2006, el Ayuntamiento ha acometido un total de 57 inspecciones de locales de ocio denunciados por sus vecinos.

Los resultados son alarmantes. Más de la mitad (37) de los locales controlados por los policías adscritos al grupo de Medio Ambiente, incumplían las ordenanzas sobre ruidos y a 22 de ellos se le han abierto expedientes sancionadores por exceso de emisiones sonoras que hacían imposible el descanso en las viviendas vecinas. Las inspecciones han sido realizadas sólo sobre las denuncias que se han producido por contaminación acústica entre las doce de la noche y las cuatro de la madrugada.

Pero además de los sancionados, la concejalía de Medio Ambiente, llegó a clausurar la actividad de tres locales de ocio, ya que superaban en seis decibelios los valores máximos permitidos, que ya son bastante altos y no poseían sistemas de control, como limitadores de potencia en los equipos de música, y aislamiento acústico, un cierre cautelar que se ha mantenido hasta que los locales han sido adaptados a las normativas municipales en vigor.

Nueva ofensiva

Según el concejal de Medio Ambiente, Juan Antonio Mérida, la experiencia del llamado 'Teléfono del ruido' ha sido tan positiva en lo que se refiere a la participación ciudadana, que a partir del próximo viernes se renueva la ofensiva. La Policía Local y los agentes especializados en Medio Ambiente estarán más atentos que otras veces a los problemas de contaminación acústica. Además de atender a los requerimientos de los ciudadanos, se volverán a realizar controles sobre las motos y una atención especial a los denominados 'coches discoteca'. Incrementarán el número de agentes que normalmente se dedican a temas relacionados con los ruidos en la ciudad. El teléfono, en la primera aplicación de la campaña, no ha sido un número concreto al que llamasen los ciudadanos, sino que la llamada se realiza a los números habituales de la Policía Local, incluido el 092, que pasaba la denuncia a los agentes especializados.

En la calle

La mayoría de las llamadas que los ciudadanos realizan a los servicios municipales contra los ruidos se deben a molestias que sufren por la falta de insonorización de algunos locales y emisiones por encima de lo normal, pero también hay muchas que se producen por el ruido que se origina en la calle, fuera de los locales de ocio. Según fuentes de la concejalía de Medio Ambiente y la Policía Local, la gente tiene la costumbre, cada vez más extendida, de mantenerse en el exterior de los locales durante largos periodos de tiempo, primero para entrar al local y después cuando salen con alguna copa de más, las risas, voces y cánticos, se suceden sin que los vecinos ni los responsabales de los locales puedan hacer nada para evitarlo. Esas algaradas, a veces de más de una treintena de persona, hacen imposible conciliar el sueño. Lo mismo ocurre con grupos de personas que se desplazan de un lugar a otro de la ciudad, de marcha, y no dejan de vocear, cantar y golpear todo lo que encuentran a su paso. Los especialistas en ruidos aseguran que por la noche las personas tienden a gritar más para no sentirse solas, incluso a cantar por las calles cuando van en grupo en un intento de reafirmar su personalidad y decir que están ahí, pero esa costumbre, cada vez más extendida en zonas de paso entre bares y lugares de 'botellón' hace la vida imposible a muchos vecinos de la capital, aunque no tengan bares junto a sus viviendas.

jegomez@ideal.es

Diario de Mallorca

El ruido
JORGE MARTÍ

Paradójicamente, cuanto más ensordecedor es el mundo que nos rodea, menos capaces somos de hablar de las cosas que de verdad nos importan. Vivimos sumidos en el ruido. El adolescente que se esconde tras los auriculares para aislarse y no comunicarse con los demás no me parece una figura anecdótica de la modernidad: en él veo la metáfora trágica de nuestro mundo. Vivimos sumidos en el ruido. Y el ruido se acaba convirtiendo en la coartada que nos exime de escuchar a los otros. Hablamos, sí, pero no para que los demás nos escuchen; ni siquiera para escucharnos a nosotros mismos. En realidad, hablamos para llenar el abismo del silencio que nos aterra. Llenamos el espacio sonoro con ruidos que nos obligan a hablar cada vez más fuerte y de forma cada vez más confusa porque cuanto más libres nos sentimos para expresarnos y menos trabas nos impiden hacerlo, menos cosas tenemos que decir y menos nos atrae escuchar las que dicen los otros.

¿No se han fijado que cada vez es más difícil encontrar un restaurante o un café sin música? El ruido de la música nos obliga a elevar la voz para hacernos oír, lo que inmediatamente provoca que los ocupantes de las demás mesas también eleven la voz, ya que nuestro ruido les molesta, en una espiral creciente de voces cada más altas que sume nuestras palabras en una marea ruidosa donde la comunicación acaba siendo una tarea imposible. Sin embargo, casi nadie se queja. Porque el ruido no impide que hablemos, que es lo que en realidad nos interesa, sino que escuchemos a los demás, cosa que cada vez practicamos menos.

Igual que algunos pintores barrocos, que sentían horror al vacío del espacio y llenaban sus lienzos con miles de detalles hermosos pero insignificantes, que, en su prolijidad, acababan desviando la atención del espectador del tema principal, sentimos horror ante el vacío sonoro. Nos aterra el silencio, porque el silencio nos obliga a encontrarnos con nosotros mismos. Por eso llenamos el ambiente con músicas de fondo estridentes que nadie escucha. Escuchar música es uno de los placeres ancestrales del ser humano. Siempre he pensado que antes de hablar el ser humano hizo música, una música que consolaba al hombre primitivo de su vulnerabilidad ante los elementos: de su miedo a la noche, de sus dudas ante la muerte, de las amenazas de otros animales. Pero para escuchar música hay que concentrar nuestra atención en ella, lo que requiere que ningún otro ruido la perturbe. Hoy en día vivimos sumidos en la tiranía de la música ambiente cuya función no es ser escuchada, sino impedir el silencio, una música que suena, cada vez más áspera y estridente, en las tiendas de ropa, en las grandes superficies, en las bandas sonoras de las películas y de los anuncios televisivos. Hasta algunos ascensores tienen hoy en día hilo musical que impide el silencio durante esos pocos segundos o minutos que tardamos en pasar de un piso a otro. Música que deviene ruido, como nuestras palabras, cuando dejan de tener la función de permitirnos la comunicación con los otros.

El ruido es una forma de vacío mucho más amenazante que el silencio. Porque sólo en el marco del silencio podemos tomar conciencia del mundo, de la presencia de los otros o de su ausencia. El ruido, en cambio, nos anula, al sumirnos en la sordera.

El Día.es

Tierra Baja Ángel Isidro Guimerá Gil
Carnavalada consistorial

El alcalde de Santa Cruz ha protagonizado la primera carnavalada del año 2007. Resulta intolerable que se alarme a la población manipulando con mala fe las resoluciones judiciales. El Bando de la Alcaldía, publicado en la contraportada de todos los periódicos el pasado viernes, es una proclama demagógica y electoralista, impropia de una ciudad y un alcalde serios.

Nadie ha suspendido el carnaval en la calle. Ni el Tribunal Superior de Justicia, a través de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, ni tampoco el Juzgado de lo Contencioso. La pasada semana, el Tribunal Superior de Justicia dictó una Sentencia, a mi juicio jurídicamente modélica, en la que sustancialmente desestimaba la reclamación de los vecinos para que se prohibiese el Carnaval en la calle. Entendía el Tribunal que la lesión de los posibles derechos de los vecinos recurrentes no podía vulnerar el interés general que representa la fiesta del Carnaval para toda la isla, y su natural y espectacular desarrollo en las calles de la Ciudad.

Nadie levantó entonces la voz contra esta Sentencia, y el Ayuntamiento la aceptó con todas sus consecuencias. Una de ellas era el mandato de que se mantuviese el ruido por debajo de los 55 decibelios, (en los pisos de los edificios, no en el salón de la rueda de prensa, como demagógicamente pretendió medirlo el otro día el alcalde). Pero el Ayuntamiento, acostumbrado a no cumplir sus propios mandatos plenarios, ni tan siquiera se ha sentado con los vecinos afectados a negociar la forma más adecuada de llevar a cabo la resolución judicial. Prefirió considerar letra muerta y papel mojado lo que no le gustaba de la Sentencia. El Ayuntamiento lleva años sin hablar con nadie sobre este asunto. Una auténtica irresponsabilidad, similar a la que ahora ejercita.

Como es natural, y ante esta situación de negativa a colaborar, el abogado de los vecinos solicitó al Juzgado de lo Contencioso la ejecución de la sentencia recaída y la adopción de diversas medidas cautelares. La medida adoptada por el Juzgado no ha ido más allá de suspender tres días, es decir, desde el pasado viernes hasta mañana lunes un carnaval que aún no ha comenzado. Sencillamente eso ha sido todo. ¿Y el lunes qué pasará, habría que preguntarse? El lunes no pasará previsiblemente absolutamente nada. Lo que hay señalado por el juez es una simple comparecencia, determinada por la Ley cuando concurren razones de urgencia, para que el Ayuntamiento determine las medidas que piensa adoptar en relación con el ruido en la calle.

A mi juicio, sería suficiente con impedir el paso y establecimiento de grandes altavoces, con una potencia desmesurada, instalados en diversas clases de vehículos. Adoptada tal medida, todos estaríamos felices y contentos. Y el carnaval, naturalmente y como siempre, en la calle.

¿Por qué ha creado entonces el alcalde esta alarma social? ¿A qué vienen las convocatorias de asociaciones de vecinos y el mundo del carnaval, como si estuviese en juego su desaparición? ¿Quién y dónde ha impedido la cabalgata anunciadora del Carnaval y los conciertos y bailes populares en la Plaza de España y aledaños? ¿Se puede desinformar con más mala fe?¿Cómo puede decir Miguel Zerolo, en un Bando que lo descalifica por la burda manipulación que contiene, que la justicia ataca el corazón, los sentimientos y la historia de Santa Cruz de Tenerife? ¿Todo vale, incluso la creación artificial y engañosa de un ambiente hostil, para obtener réditos electorales el próximo mes de mayo? Me avergüenza de corazón que ocurran estas cosas en la ciudad donde vivo.

Estoy seguro de que los ciudadanos de Santa Cruz celebrarán finalmente su carnaval en las calles con la alegría de siempre. Nadie, por mucho que lo pretenda, podrá enfrentar nunca al pueblo de Santa Cruz con la Justicia. Ese problema lo tienen otros.

Noticias de Navarra.

La suspensión del Carnaval de Tenerife por el ruido también amenaza los Sanfermines. El consistorio de santa cruz ha consultado al de pamplona ante un conflicto creciente
Protección Ciudadana advierte de que cualquier actividad sanferminera nocturna supera los 55 decibelios legales
iván giménez

pamplona. La celebración de los Sanfermines pende del mismo hilo que los Carnavales de Santa Cruz de Tenerife, suspendidos cautelarmente por el mismo juez que mañana se pronunciará de forma definitiva tras escuchar al Consistorio tinerfeño y a los vecinos que presentaron la denuncia por exceso de ruido nocturno hace varias semanas.

Tras el golpe recibido por la mayoría de los ciudadanos tinerfeños, el Consistorio de la ciudad canaria se puso en contacto con los de otras ciudades que también celebran sus fiestas patronales en la calle. Entre ellas, se encuentra Pamplona, cuyo director de Protección Ciudadana, Patxi Fernández, fue consultado por las autoridades de Santa Cruz de Tenerife, al igual que los responsables municipales de las Fallas de Valencia.

En principio, Pamplona está sujeta a la misma ley esgrimida por los juzgados canarios para prohibir los actos nocturnos del Carnaval que superen los 55 decibelios: el artículo 18 de la Constitución, que garantiza la inviolabilidad del domicilio y de la intimidad personal y familiar. En cualquier caso, otras leyes estatales, forales e incluso municipales (ordenanzas) también establecen limitaciones al ruido, que en ningún caso puede superar los 55 decibelios por la noche. En Sanfermines, ello conllevaría la suspensión de casi todos los actos, e "incluso de las conversaciones en voz alta", precisa Eradio Ezpeleta, concejal delegado de Protección Ciudadana.

Eso, por la noche. Por el día, el problema no sería menor, si se tiene en cuenta que el ambiente del chupinazo ha alcanzado los 133 decibelios (equivalentes al ruido de un avión a reacción durante el despegue), y ninguna legislación permite superar los 90. "Además, aquí nunca se ha medido el ruido de una charanga o del Struendo", recuerdan desde el Ayuntamiento, ni de otras actividades que serían suspendidas si la ley se aplicara de forma tajante.

¿nadie denunciará? En todo caso, y a pesar de los malos augurios y de precedentes tan alarmantes como los de Tenerife, para que ocurra lo mismo en Sanfermines es imprescindible que algún vecino plantee una denuncia. Y eso de momento no ha ocurrido, "pero si alguien se pusiera muy cabezón, desde luego que tendríamos problemas", advierte Ezpeleta.

El precedente más cercano se ha dado en los últimos Sanfermines, con la queja de vecinos del Ensanche contra los bares de las calles Olite, Amaya y Arrieta que ponen música en sus terrazas hasta altas horas de la noche. Finalmente, el Consistorio logró un acuerdo con ambas partes y el juez no llegó a intervenir. "Lo que no se admite en ningún caso -confirma Protección Ciudadana- es sacar los altavoces a la calle".

De momento, eso ha sido suficiente, porque los vecinos del Casco Viejo, por ejemplo, siguen haciendo gala de su histórica comprensión hacia la fiesta. De hecho, el ruido que soportan es mucho mayor y más continuo que en el Ensanche. "También se ha sancionado a muchos establecimientos del Casco Antiguo", recuerda Patxi Fernández, "pero ya cuando las molestias son escandalosas y rebasan el sentido común, como ha ocurrido otros años en Descalzos y en la plaza del Castillo".



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