jueves, 9 de julio de 2009

Lunes 6 de julio de 2009

 

Los chiringuitos de la playa afrontan su último verano

La ley de costas no permite estos locales con el emplazamiento y dimensiones actuales

Uno de los chiringuitos de la playa de Benicàssim.

Uno de los chiringuitos de la playa de Benicàssim. ROBERT MUÑOZ

Levante – 06-07-09 - MARIOLA TÁRREGA CASTELLÓ


La playa y una copa pueden ser incompatibles el año que viene. La aplicación de la Ley de Costas ha comprometido el futuro de los establecimientos de bebidas y comidas, conocidos como chiringuitos. Estos locales han formado y forman parte del paisaje de las playas castellonenses. Los siete chiringuitos que situados encima de la arena de las playas que unen la capital de la Plana con Benicàssim, tienen el futuro pendiente de un hilo. Vecinos y propietarios reclaman soluciones.


Los empresarios se muestran nerviosos y dudan de la continuidad de sus negocios. "Sólo tenemos licencia para dos años, después no sabemos que va a pasar", relata Mihai, encargado del chiringuito Capitán Mondy situado en la playa del Heliópolis. La mayoría de los empresarios se ven incapaces de cumplir las nuevas condiciones que impone la Ley de Costas. La normativa no permite que existan construcciones, desmontables o fijas, a menos de 100 metros de la orilla del mar y con una superficie superior a los 20 metros cuadrados. Actualmente, existen siete locales situados encima de la arena de las playas de Castelló y Benicàssim: los tres de la playa del Gurugú tienen una superficie media de 150 metros cuadrados y 100 metros cuadrados de hamacas sobre la arena. Estos tres últimos dan trabajo a una media de 50 personas y atienden un volumen de 15.000 clientes cada fin de semana. Además de estos tres, hay cuatro que disponen de permiso para cocinar, pero tienen una superficie más pequeña y un horario de cierre más restringido.


"La nueva ley nos afecta negativamente: nos limitan el número de mesas que podemos poner, cinco como máximo, y los metros que debe tener la superficie del local", cuenta Jonathan encargado y copropietario del chiringuito Koala. Se queja porque les han puesto muchos problemas para poder abrir y se han visto obligados a reducir el número de mesas.


A todo esto se une el efecto de la crisis económica. "Este año hemos notado mucho la crisis, más que el año pasado, estamos obteniendo la mitad de clientes que hace un año", añade. La falta de ingresos hace más difícil que estos empresarios puedan hacer frente a las tasas que deben pagar. "Un chiringuito vale mucho dinero, tenemos que pagar hasta el doble o el triple de impuestos que cualquier bar normal", afirma Jonathan.


"Los chiringuitos del Gurugú, que son más grandes y sólo dan servicio de ocio, es imposible que se adapten a la ley. No pueden ser rentables con sólo 20 metros cuadrados", explica Javier Sánchez, vicepresidente de ocio nocturno de Ashotur. A pesar de las restricciones, dice que "desde todos los ámbitos se está trabajando para poder ofrecer una solución viable".


Para todos aquellos que quieran tomarse algo en la playa y no encuentren sitio en los chiringuitos, este año el ayuntamiento de Castelló va a instalar nueve quioscos de venta de bebida y helados. Además de dar servicio a los bañistas, estos quioscos van a servir para dar trabajo a personas con discapacidades.


Esta propuesta pretende ampliar el proyecto de integración laboral iniciado ya con el bar El Rinconet, en el parque Rafalafena, gestionado por personas con discapacidad. De este modo, se instalarán dos quioscos en la playa del Gurugú, dos en la del Pinar y dos en la del Serradal y tres en el paseo marítimo.

Cómo llegar a casa sin morir en el intento

Foto remitida por el lector.

Foto remitida por el lector.

El Mundo / Ciudadano CVA - ANTONIO ÁLVAREZ

6 de julio.- Soy un valenciano que respeta las fallas. En periodo fallero asumo que las calles se cierran y que circular por Valencia en coche es una locura. Pero últimamente estamos asistiendo a un fenómeno cada vez más común. Consiste en la celebración en el casal de todas las fiestas posibles. No contentos con celebrarla ellos, cierran la calle.

En la vía en la que resido, (una perpendicular a la avenida de Primado Reig) la falla cortó en San Juan la calle, como si en Valencia fuera nuestra fiesta. Así estuvo todo un fin de semana para dos tableros y cuatro niños jugando y una verbena que no nos dejó dormir en toda la noche. Por supuesto, todo esto siempre con el consentimiento de la policía local.

El resultado, varios coches apunto de empotrarse contra las vallas que los falleros habían colocado, y un rodeo de cinco minutos para poder entrar y aparcar.

Este último fin de semana se ha repetido la historia, pero esta vez se han esmerado cerrando también la calle por la que se daba el rodeo, con lo cual había que hacer casi un kilometro de recorrido para poder entrar.

Esta vez, un teatrillo que daba pena, un montón de sillas frente al escenario que dudo mucho que llegaran a llenar, y una misión cumplida: tres accesos a la calle cortados.

Por favor, falleros, si quieren San Juan para algo están las hogueras de la playa. Si quieren teatrillo, alquilen uno pequeño como hacen normalmente. Dejen de cortar las calles, que ya tenemos bastante en fallas.

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