sábado, 17 de marzo de 2007

Sábado 17 de marzo de 2007

Las Provincias

No a la Contaminació reitera ante el Consell los peligros de la planta de Iberdrola en el Grau
Aseguran que la instalación incumple la distancia mínima de seguridad
REDACCIÓN/ CASTELLÓN

Los representantes de la Plataforma No a la Contaminació remitieron ayer un nuevo escrito a la Conselleria de Territorio y Vivienda en el que defienden la vigencia del Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas (Raminp) y el incumplimiento del mismo por parte de la nueva central de ciclo combinado que Iberdrola está construyendo en el polígono El Serrallo del Grau de Castellón.

La plataforma reitera que la planta incumple la distancia mínima de 2.000 metros que debe guardar respecto al casco urbano y, respecto a la denuncia que presentaron ante el Consell y que fue archivada, alegan que Territorio “nunca dice en su escrito que el proyecto está a menos de 2.000 metros del Grau y de la playa de Almassora, ni que este aspecto del Raminp no es aplicable porque se ha modificado a favor de legislación de carácter autonómico”.

En ese sentido, recuerdan que la Ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, reconocía esta semana en un escrito la validez del artículo 4 del Reglamento, referente a la distancia mínima de dos kilómetros.

Los representantes de No a la Contaminació señalan también que, en el escrito que remitió el Consell desestimando la denuncia, “se omite que este nuevo ciclo combinado se encuentra en un polígono petroquímico que ya emite numerosas y peligrosas sustancias químicas en aire y agua. La Conselleria no tiene en cuenta que la nueva instalación sumará sus emisiones a las ya existentes”.

Calidad del aire
El colectivo denuncia que, en su escrito, el Consell nunca menciona que la calidad del aire en la zona sea la adecuada. “Se ha solicitado información a la Conselleria sobre los contaminantes químicos que las empresas reconocen emitir y que no miden las estaciones de la red valenciana de calidad del aire y no ha sido facilitada”, lamentan.

En el documento remitido ayer a Territorio, los representantes de la entidad también critican la actitud que han mantenido respecto a la ampliación de la central los equipos de gobierno de los ayuntamientos de Castellón y Almassora e instan al concejal de Urbanismo del Consistorio castellonense, Javier Moliner, así como al alcalde de Almassora, Vicente Casanova y al concejal Luis Martínez “a no seguir confundiendo a los ciudadanos y a defender y hacer cumplir la ley”.


ABC

Invasiones falleras

Aturdido por las tracas y petardos no menos que por los prematuros pólenes primaverales, me enfrento a una pregunta que me ronda con la pegajosa insistencia de una mosca cojonera: ¿Es posible sentirse un buen valenciano sin aclamar a la geperudeta, sin berrear en el Mestalla, sin profesar una desmedida afición al néctar de la chufa o sin empapuzarse de churros y buñuelos en fallas? ¿Son quienes ostentan tales signos mejores valencianos que quienes se decantan por otros más discretos y desusados?

No sé. Pero de todos los tópicos exaltatorios de la valencianía, es posible que las fallas se lleven la palma del desafuero imperativo y depredador, el gran premio a la invasividad indiscriminada. Ocupación de las calles, aumento de precios, constantes detonaciones y estallidos, balumbas humanas, humaredas de fritangas, pasacalles, bandas, carpas, barracones, saraos, verbenas, obstrucciones constantes al movimiento urbano y en resumen, difícil convivencia entre falleros entusiastas y valencianos que prefieren otros modos menos estruendosos de manifestar su contento o de celebrar la primavera o de expresar el amor a la tierra.

Me da por pensar que el problema de las fallas, como el de tantos otros fenómenos expansivos es la desproporción, la pérdida de dimensiones razonables, el incesante crecimiento más allá de los límites que el sentido común recomienda. Al igual que ocurre con los mercados, que no pueden expandirse indefinidamente por más que sus dueños lo deseen, o con algunos ecosistemas, que destruyen su equilibrio por el excesivo crecimiento de una de sus partes, así se me antoja que puede ocurrir con las fallas. ¿Por qué? Por sobrepasar las dimensiones sensatas de una fiesta popular originada e impulsada por el pueblo y desde abajo para hipertrofiarse según los intereses del poder político y económico, con sus consiguientes inercias de todos ya bien conocidas.

Así pues, muchos buenos valencianos amantes de su tierra reclaman su derecho a disentir, su derecho a sentirse buenos valencianos sin cooperar con la tropelía del fallerismo mal entendido. Una de las alternativas tradicionales consiste en huir, largarse al menos unos días si el trabajo lo permite. Pero esta conducta cívica no se encuentra al alcance de todos, y menos cuando la fiesta parece alargarse cada año un poco más. De ahí que algunos comiencen a abandonar actitudes sumisas y dóciles frente a las invasiones falleras que, arrogándose el monopolio del buen valencianismo obligatorio, incurren muchas veces en faltas graves de civismo y respeto al buen prójimo.

No faltará quien me llame aguafiestas o me instruya explicándome que la fiesta es la fiesta o que la esencia de las fallas es el exceso, el desbarajuste chabacano, el gusto ramplón y el humor grueso, pero yo no veo por qué tiene que degenerar en manifestaciones tan antiestéticas una ceremonia que en su origen busca la purificación por el fuego, la recuperación del tiempo cíclico del mito, la quema de los demonios del año en una pira cuyas cenizas propiciarán la renovación y los nuevos nacimientos.

Y mucho me temo que si no cambian las cosas, si no se va imponiendo un poco de sentido común y algo más de respeto hacia los buenos valencianos no falleros, pueden llegar a intensificarse los enfrentamientos entre partidarios de la respetuosa moderación fallera y partidarios del totalitarismo fallero obligatorio.

«Prozac» contra el ruido
POR ÁNGEL MARÍN - 04/03/2007

BARCELONA. ¿El ruido de un aparato de aire acondicionado puede desquiciar a una persona hasta el punto de agriarle el carácter y cambiarle por completo la vida? Este es el caso de María Bellido, vecina del número 2 de la calle Sant Pere Màrtir, que no podía vivir sin el «prozac», un antidepresivo, ni dormir sin somníferos por el zumbido de los extractores del Hotel Casa Fuster.

Desde hace algo más de tres años, esta oficinista de 44 años recibe tratamiento psicológico para combatir su estado de ansiedad y estrés por culpa de un insomnio atronador. A su malestar se suma el sentimiento de «rabia e impotencia» que siente María Bellido al comprobar que «el Ayuntamiento de Barcelona es sumiso con los poderosos y prepotente con los desamparados».
Su cruzada contra el ruido, y la de sus convecinos de la esquina Sant Pere Màrtir y Dom_nech, empezó a finales de 2002 con las obras que transformaron la antigua sede barcelonesa de Enher en un establecimiento hotelero.

De la piqueta al extractor
«Los obreros trabajaban a destajo y no respetaban las horas de descanso, y pese a las numerosas quejas y denuncias presentadas por los vecinos,continuaron su actividad frenética hasta acabar el hotel en ocho meses», recuerda con fatiga la mujer porque su calvario personal comenzó con la reforma del noble edificio del Paseo de Gracia. El fragor de las aspas de los extractores del hotel -que todavía impide dormir, sobre todo los meses de verano, a los vecinos- sustituyó al estrépito de la piqueta.

«El hotel me ha cambiado el carácter y la vida», afirma María Bellido tras apuntar que su «vía crucis» acústico le ha convertido en una persona «irritable» y «frustrada». La mujer también achaca al ruido la pérdida de su empleo. «No rendía en el trabajo -añade-, tenía mala cara, me dormía en cualquier sitio, hasta que al final me despidieron».

«Yo misma no me reconozco ante el espejo», asegura María que añora el silencio de antes y su estilo de vida anterior. Un pequeño apartamento con una gran terraza llena de amigos que ahora no puede disfrutar tanto como antes por culpa del aire acondicionado del hotel.

«No se puede aguantar, sobre todo en primavera y verano. Antes podías sentir el silencio por la noche y ahora sólo escuchas el ruido del motor», asegura la mujer. Los inspectores municipales han medido, hasta en cinco ocasiones, el nivel de ruido en el dormitorio de María. Las medidas sonométricas dieron una media de 46 decibelios producidos por el sistema de climatización. La normativa municipal dice que en los espacios interiores de ámbito doméstico el nivel de ruido no puede superar los 35 decibelios de día y los 30 de noche.

Los vecinos de las calles Pere Màrtir y Dom_nech mantienen un largo y antiguo contencioso con la dirección del hotel para que insonorice sus instalaciones de aire acondicionado. Actualmente, todos los extractores están instalados encima de un edificio nuevo, de unos seis metros de altura, adyacente al inmueble modernista, que se construyó en la parte trasera del nuevo establecimiento hotelero.

Los afectados por el ruido del aire acondicionado del hotel Casa Fuster exigen que los extractores se coloquen en la terraza del noble edificio, unos diez metros más arriba de donde están ahora, con el fin de reducir la contaminación acústica. La dirección del hotel argumenta, según cuentan los vecinos, que el traslado no es técnicamente viable porque el aire acondicionado no llegaría a todas las habitaciones.

Quejas y denuncias «estériles»
Ante la falta de un acuerdo entre las partes enfrentadas, los afectados decidieron llevar su contencioso ante la Justicia después de varios años de quejas y denuncias «estériles» ante la Guardia Urbana, el distrito de Gràcia y el Ayuntamiento de Barcelona para acabar con la molestia sonora.

Los vecinos confían ahora en que los tribunales les den la razón para acabar con «la impunidad» con la que actúan algunos empresarios en la ciudad de Barcelona.

El ruido del aire acondicionado del Hotel Casa Fuster impide dormir a los vecinos de la calle Sant Pere Màrtir _ El largo contencioso ha acabado en los tribunales ante la «ineficacia» del Ayuntamiento

La Nueva España

GIJÓN
Los vecinos de El Pisón paralizan la ley del Principado que trata de legalizar la «Plantona»
El TSJA admite el recurso de los afectados contra la norma de ubicar instalaciones molestas a menos de dos kilómetros de las viviendas.

Los vecinos de la colonia de El Pisón han ganado un paso más ante la justicia. El Tribunal Superior de Justicia admitió a trámite el recurso que presentaron contra la reforma que hizo el Principado en diciembre y en la que eliminaba la exigencia de colocar este tipo de industrias a una distancia mínima de dos kilómetros de cualquier zona urbanizada. De momento, y como se ha admitido el recurso, el cambio ejecutado por el Gobierno regional carece de firmeza, es decir, que puede ser eliminado por orden judicial. Los vecinos ya tienen una sentencia que obliga al cierre de la «Plantona».
É.V.

El Tribunal Superior de Justicia de Asturias admitió a trámite el recurso que interpusieron los vecinos de la colonia de El Pisón ante la modificación de la ley que hizo el Principado en diciembre. En esa reforma el Ejecutivo regional eliminó el artículo que exigía que las construcciones o instalaciones como la «Plantona» deben ubicarse a más de dos kilómetros de distancia de una zona que esté urbanizada. Este último paso del tribunal puede ayudar, según explica el abogado de los vecinos de la colonia, Marcelino Abraira, a que «el cambio normativo no se tenga en cuenta, ya que, al estar recurrido, carece de firmeza», explicó.

La Sala de lo contencioso-administrativo del tribunal, cuya decisión hizo pública el miércoles, deberá estudiar ahora el recurso y decidir si mantiene o suprime el cambio que el Principado hizo en la ley de Presupuestos a finales del pasado año. La modificación tenía el objetivo de intentar mantener abierta la «Plantona».

Los vecinos ya cuentan con una sentencia a su favor. Un juez de lo contencioso-administrativo decretó en primera instancia la clausura de la «Plantona». Se basaba en una ley estatal que marca que ese tipo de instalaciones, que producen ruidos y olores, tiene que estar a cierta distancia de núcleos habitados.

El Ayuntamiento, incluso, había aprovechado esta modificación legal para presentar un recurso ante el juez y evitar su clausura. Sin embargo, los vecinos ya reclamaron entonces que, al tratarse de un proceso ya en curso, no puede someterse a ninguna ley nueva o modificada.

Marcelino Abraira ya había alertado entonces de que eliminar la exigencia de la distancia suponía que cualquier empresa podría colocarse incluso en el centro de la ciudad, con el riesgo que eso supone para los ciudadanos. Además de que se trata de una ley de obligación estatal.

No hay comentarios: